martes, 1 de marzo de 2011

la cultura del tiempo

Es curioso que desde nuestra llegada al mundo seamos regidas por los tiempos de un reloj con 24 horas: el baño a las 20:00, comer cada tres horas, dormir desde las 21:00 hasta las 09:00… Cuando, sin embargo, tenemos toda una vida por delante para ser vivida sin medida temporal.
Pero, nos rige la vida un reloj mecánico (y/o digital que nos muestra hasta las milésimas de segundo) que no biológico. Un tic tac que acabará el día en que nuestro corazón, finito, deje de latir. ¿No les parece contradictorio, a esta concepción del tiempo, que sea el reloj biológico el que marque la duración de nuestra vida?
Dedicamos las mejores horas de nuestra vida a trabajar. Cuando nuestra actividad física, mental y espiritual está más dispuestas, diría yo, a percibir la vida. Cuando nuestros sentidos y nuestros sistemas neuronales y hormonales están más activos.
¿Qué sería de nosotras sin un reloj que nos marque las horas? Quizás, y lo más probable, nada. No ocurriría nada extraordinario. Sencillamente, verdad? recuperaríamos la capacidad de vivir la vida según los ciclos naturales, conscientes en lo que estamos.
Nuestros ritmos vitales aumentan su actividad con el amanecer. Nuestra vista no está preparada para la noche por lo que dedicamos estas horas al descanso y nos levantaríamos con el sol, con la luz natural. El cuerpo sabe cuando necesita alimento y es capaz de auto-regularse. Cuando necesita abrigo busca, en su entorno, las posibilidades de abrigo que se ofrecen. Sin embargo, nos vestimos según nos cuentan las temporadas de la moda, así vemos por la calle, con un sol de justicia, gente con el abrigo que se llevará este invierno porque estaba hace un momento en el escaparate y rebajado, o por el contrario, gentes en bermudas y tirantes porque ya hay turistas en las playas, de vete tú a saber que parte del mundo.
Nuestras espiritualidades nos llevarían a pautar unos tiempos de ocio, de compartir con la familia, de amar, de relacionarnos con otras personas, de relacionarnos con nosotras mismas, con la vida. Sin acotar estas necesidades a horarios no laborales. Relegamos nuestras necesidades a las articuladas por la sociedad de consumo.
Un reloj tirano que cada vez nos exige más de nuestro “tiempo de calidad”.
¿Si no somos capaces de añadir ni un solo segundo más a nuestras vidas, porqué derrocharlo en lo que nos imponen las mentes capitalizadas por el tic tac económico?
He colgado el enlace a un video sobre el movimiento SLOW merece la pena dedicarle unos minutos, digo yo, para despertar del letargo y hacernos conscientes del valor de nuestro tiempo, el de calidad.
tic tac, tic tac, tic...

http://www.rtve.es/alacarta/videos/uned/slow-nueva-cultura-del-tiempo-05-11-2010-uned/921272/