jueves, 29 de diciembre de 2011

una puerta que cruzar

José María se va y la vida continúa.

José María, una persona más, una de tantas que nació y vivió en Cádiz hasta su muerte.

No hablaré de José María del que me siento querido, pero sí quiero que esta publicación quede aquí en su memoria.

Y la vida continúa, sin embargo no podemos obviar que la vida sin nuestras aportaciones no es tan vida. Quiero decir, somos las personas hijas de la VIDA con mayúsculas y llegamos para y por ella misma. La vida nos trae y nos lleva. Sabemos, por nuestros recuerdos y por lo que los demás cuentan de nosotras que estamos vivas y podemos esbozar[i] nuestra biografía,  pero, nada sabemos de después (del paso por la muerte).

Cuando espiramos el último aliento todo acabo para esta vida que conocemos y nada queda salvo los recuerdos y el polvo. Dijo Marco Tulio Cicerón, Político, filósofo, escritor y orador: “la vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos”. Y es a  lo que voy: a lo que queda. Quedan nuestras sumas y nuestras restas en la aritmética del universo. Encajamos, así lo entiendo yo, en un presupuesto sin cerrar. Un presupuesto del proyecto de la VIDA. Esto escapa a nuestro entendimiento y jugando a ser dioses nos atrevemos a decir que –yo controlo mi vida-. Siendo conscientes de esto, no podemos escapar a la responsabilidad de vivir con una ética esmerada y una cosmovisión, más allá de nuestros intereses personales.

Es cierto que podemos encausar nuestros caminos y vivir la vida según nuestros deseos y anhelos, pero también es cierto que hay factores, además de los ambientales, sociales, familiares,… que condicionan y modifican nuestro rumbo como si otro (no sé definir y concretar y mucho menos me atrevo a decir: quién o qué) gobernará la barca, cual titiritero.

Es por ello, apunto yo, que nos aferramos a  la vida física, a la que conocemos y podemos articular, como si sólo fuésemos eso: un cuerpo físico y finito con una biografía que cumplimentar.

Yo creo que somos parte indivisa de la energía universal y como dice la máxima: “la energía ni se crea ni se destruye, se transforma” por tanto, tenemos que cuidarnos. No nos pertenecemos, formamos parte de un TODO y aquello que el TODO deposita en nuestras manos hay que devolvérselo, más si cabe, mejorado.

Pues eso: que si puedo, después de mi paso por la puerta de la muerte, vuelvo y os público otro artículo al respecto.

!Hasta entonces José María¡



[i] Digo “esbozar” porque entiendo que no somos nosotras quienes escribamos la última palabra. Siempre será la VIDA la que dicte: -hasta aquí has llegado- y ese será el momento en el que se concluirá nuestra biografía y el argumento de nuestra vida se desvelará para los sobrevivientes y quién sabe si para nuestra alma, también.