miércoles, 25 de abril de 2012

¿viajante o turista?

El viajante vive la experiencia de su proyecto desde la concepción del mismo, durante el desarrollo del mismo y hasta su desenlace en primera persona. Dueño de su tiempo, de sus aventuras y, porque no, de sus desventuras. Disfrutando de conocer, compartir y asimilar cultura y culturas.

Por el contrario, el turista es un mero peón dentro de una partida de ajedrez. En la que él, a pesar de haber elegido color, no es el jugador que mueve las piezas por el tablero. Es decir, elige su destino pero son otros los que lo transportan, encaminan y exhiben por unos sitios de interés, generalmente, acondicionados para acoger a estos y limpiarles en todo lo posible su presupuesto.

!Yo, me considero un viajante!. Me encanta viajar y disfruto enormemente del camino y del vehículo, ya sea tren, avión, autobús, barco o coche -me queda tomar la mochila y hacer el camino a pie, sin embargo, por mi carácter sibarita aún no se ha dado-.

No es tanto a dónde vaya ni la duración del traslado como la experiencia de lo vivido en la travesía. Gozo en los trasbordo, de las esperas para zarpar en el barco que me lleve allende los mares o, de leer sentado en el andén antes de subir al tren que tanto me enamora (he de reconocer que soy un nostálgico cuando se habla de ferrocarriles). Me deleito en las “paradas de postas” de reponer fuerzas alimentando el cuerpo. No hay tienda de libros de una estación de Renfe que yo no haya pisado. Alguna vez me encontré con alguien conocido en un aeropuerto. Recuerdo que me pareció un milagro y pensé que la vida es sabía: por alguna razón ha surgido el encuentro. Esa persona o personas pasan a ser determinantes del momento y del viaje, por lo que los anoto en el cuaderno de bitácora. El avión es una experiencia de “altos vuelos”, algo inexplicable. Un desafío a la naturaleza que nos manifiesta paisajes inconmensurables. Los que más me atrae es la imagen de los ríos serpenteantes y las ciudades colmadas de infinitos pequeños focos de luz y calor, me imagino, todo un universo de vivencias tras cada uno. Porque entiendo por viajar vivir un sueño: primero fantaseé cómo sería para vivirlo después y sorprenderme.

Por otra parte, hay algo de lo que si me alejo: de los comerciales que intentan, en la sala de espera del aeropuerto o en el hall de la estación hacer que adquieras una tarjeta de crédito de tal o aquel banco o nos sorprenden con promociones, descuentos, regalos y sobretodo ventajas, nos dicen. ¡¡Como si yo fuera un ingenuo turista!!

Al fin, no importa si viajo por trabajo o por placer. Leí en una revista y lo tomo para mi “No existe viaje si no hay conciencia del paso del tiempo” Y, retomando la metáfora de la partida de ajedrez: para mí no es un mero juego viajar, es la vida misma.

sábado, 14 de abril de 2012

Mi experiencia de volver a estudiar


Estudiar, desde la lógica empírica, ha supuesto para mí uno de los proyectos más gratificantes de los que me he embarcado en la vida. Sí, no exagero al decir que el Juan Carlos que inició un curso en septiembre ya no es el mismo que ayer se presento a la prueba de acceso.
Independientemente del resultado académico, he ganado en autoestima, ahí es nada! He crecido como persona y eso es lo que en verdad ha provocado que estudiar sea una experiencia, y me permito calificarla, “una experiencia espiritual “.
Por qué una experiencia espiritual? Porque para mí estudiar no sólo es clavar los codos y trabajar los temas, memorizar materias, asimilar conceptos o comprender ideas, estudiar conlleva relacionarme e interactuar con otras personas (de aquí que no me presente a la UNED), Y, eso es para mí fundamental, metafísico y emocionante.
Cuando, en la madurez, después de lo vivido, te das cuenta que sentarte junto a tu compañero y compañeras te nutre de emociones que valen más que el aprobado cum laude. Que te ríes de lo superficial, que compartes miedos y dudas, que te preocupas por la falta de una de esas personas que se han sumado a tu camino en tu nueva etapa y que lo autentico y verdadero, se tiene que luchar. Esto, que es básico para encontrar un verdadero sentido a tu vida, se puede aplicar a la experiencia de estudiar.

Gracias Isabel! por tu saber y tu maestría en el transmitir. Gracias compañeros y compañeras! por los momentos compartidos y departidos. Gracias Juana! por creer en mí y perseverar para que me presentase.