viernes, 14 de febrero de 2014

cortar por lo sano

jedsada tangtrakulwong, Línea de Costa
Necesito meter el cuchillo al oleaje incesante de mensajes tóxicos que me llegan desde fuera. Un ronroneo constante que me provoca un movimiento no natural en contra de mis propias tendencias instintivas, intuitivas y espontáneas. Un rumor que me ciega y desconecta. Una manipulación de mi mente difícil de evitar si no cierro las puertas y ventanas por donde se me cuela.

Me urge dar un tijeretazo a la contaminación informativa llena de mensajes subliminales, sesgada y pro-ideológica,  que me inunda he invade. Una información que me desinforma. Información instrumentalizada por poderes facticos ilegítimos que no convergen con mi salud.  Esto solo tiene una respuesta: la desconexión completa de los canales virulentos.

Preciso bajarme de esta ola que me obliga sobre su cresta y que irremediablemente acabará rompiendo contra la playa dejándome varado y/o aún peor arrastrándome en su resaca para volver a surfearme una y otra vez sin descanso para que no pueda recuperar el aliento y tomar píe a tierra.

Quiero descontaminarme, desempolvarme, higienizarme y acicalarme. Y para ello, es imprescindible una abstinencia y desintoxicación del aire viciado que me aporta la ventana de los medios de comunicación al servicio de intereses lúgubres. Tras años de estar sometido al embobo, atisbo  difícil y dolorosa la tarea de romper ataduras con las redes neuronales infectadas y construir entramados inocuos fuera de los barrizales y pozas fecundadas e incrustadas en el inconsciente.

Si bien es cierto, llevo la tarea adelantada. No es de ahora el despertar a lo que narro, no es de ahora la toma de consciencia. Lo que sí es ahora es la imperiosa necesidad de dar un paso adelante, un paso exponencial que con la fuerza de impulsión suficiente me saque de esta órbita limitada para abrirme a un universo interior ignoto que, además me posibilitará apertura y humildad abundante para aceptar la tendida  mano del hermano eterno.

Esto que dicho así pueda parecer el gordo de navidad tiene que aterrizarse en acciones terrenales y aptitudes concretas. Como primeras medidas, desde hoy, con respecto a lo externo: apartarme del Twitter y el Facebook, la televisión, la prensa escrita y las compañías no nutritivas, repetidores voceros y altavoces de la lobreguez. Y un primer paso, quizás más complicado, el observarme e identificar qué hay de real y alimenticio para el aquí y ahora en los cuentos que me cuento para seguir conectado a todo lo anterior.

!!Ahí es nada¡¡

sábado, 8 de febrero de 2014

la vida en colores


Doble arcoíris en Casa Samuel, Salamanca, Agosto'13
La vida se muestra como una paleta donde mezclar y experimentar en diferentes espectros y con desiguales colores y tonalidades para convocar al creador como guante para los dedos y fusionarnos con ella en un arcoíris no siempre visible o en ocasiones duplicado. En una vida que se nos antoja gris o multicolor, según el prisma del cristal de las gafas con que la miremos, la paleta nos permite cada día conjugar momentos y escenarios con circunstancias y realidades para ir estampando a antojo, a veces sin prevaricación, el lienzo (nuestra existencia).

Según el escritor Británico de libros de autoayuda Adam J Jackson "La actitud es el pincel con el que la mente colorea nuestra vida y somos nosotros quienes elegimos los colores".

No obstante pienso yo que, aun así, no depende de nosotros la coloración de nuestra vida sino que es la VIDA la que, a la hora de nosotros combinar los colores, aplica en la formula su factor constituyente. Porque no es que nosotros seamos los ejecutores al abrir el abanico de matices de nuestra vida, sino que es la VIDA la que nos revuelve y menea la cubeta de esmaltes que tiñen nuestro deslizar por ella.

Así, la rueda de colores que se nos va revelando a lo largo de los días viene de un plano ajeno y distante a nuestra mano y que las pinceladas que surgen brotan de una fuente, no extraña pero sí exótica, divina o espiritual de la que no tenemos toda la capacidad mental e intelectual de controlar para abrir o cerrar el grifo a nuestro capricho o necesidad.

Una vida mostrada en tinturas que en ocasiones se nos antoja abstracta o desnaturalizada, fruto de la verdad trucada con que tergiversamos nuestro transitar por ella. Más, diría yo, movida o removida por los pensamientos y las emociones, indistintamente o al unísono, sin equilibrio en la obra. Conjugando tintes antagónicos y coopositores que nos perfilan gárgolas grotescas, desdibujando nuestro verdadero yo.

Por otra parte, cuando la paleta, los pigmentos y el pincel, capitaneados por la mano que los amalgama, se abrazan en una combinación promiscua llena de vitalidad y luz, donde las sombras cumplen su cometido y los brillos ensalzan los rostros, así los colores se realzan y se antojan estos ir cogidos de la mano.

Y es entonces que la vida cobra sentido. Que el color de fondo pone en relieve al objeto elevado de la pintura que este es centro del meollo y corazón subordinado de la VIDA con mayúsculas. Es cuando el tapiz que es nuestra existencia cobra belleza, detalle y elegancia. Se da, nuestra vida en colores.