sábado, 25 de octubre de 2014

microrrelatos

Texto realizados en el curso de Creación Literaria, del CEPER Pintor Zuloaga, aula Arbolí 

negro sobre blanco

La vida tras el bigote
Como un bigote a lo antiguo y con las últimas claras del día, no se le  puede dar cuerda al reloj. La brevedad de la vida no da para caminar, conquistar y desaparecer, oculto tras un bigote a lo antiguo. Más bien, con la fidelidad que un hombre cuida su bigote, compañero tallado con el que reparte suerte en un efímero y eterno tic tac del segundero, como un bigote a lo antiguo, Perdonar -Per, constancia y totalidad- y Donar, dar constante y totalmente- como un bigote a lo antiguo, roce del reptil por la tierra, en el mundo de las formas paganas, ser capaz de amarse y saborear el goce que es vivir sin disfraz, que al fin y al cabo es lo mismo.

Desnuda
No estoy acostumbrada a tener compañía… y menos aún de semejante ser hirsuto. Me cansan las sombras que profanan la mía. Siempre fui reacia a encontrarme con grotescas criaturas en una extraña prostitución a la diosa naturaleza. Es como dice Nietzsche, “la creatura y el creador se unen”. Hermosa melancolía del porqué de las cosas. Esta criatura me hace subir como la espuma de la leche y no deseo que me arrastre hacia la maraña del laberinto de su caricaturesco cuerpo.
Serpiente que susurra a Eva.

El beso
Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño. Un sinnúmero de ajenas sueñan con vivir una aventura sublime. Algunas, las exitosas, las vivieron. Ahora soy yo el protagonista exaltado de esta que les voy a narrar, rojo encendido por la emoción con la mirada perdida y oculta la razón. No sé si fue un beso o un simulacro de realidad, sin embargo me sentí como la primavera que presiente los nuevos brotes y dejándome llevar cual rama a la deriva en el río de la lluvia; consumido el beso, quede invadido por el silencio altanero.

Desvelar
Encontró una carta en mi cajón que no iba dirigida a ella, la leyó… Ficción, embustes, engaños; una misiva cargada renuncios de un diestro en el  arte de la quimera. Mentiras escritas que como las ondas sobre la superficie del lago iban creciendo al chasquido de una pluma cargada de humo. Una neblinosa bruma matinal que encubre mis violentos deseos de  zurcir me niega salir del laberinto. Por una necesidad de sentir afecto y ternura me invente un amor al que no puedo renunciar, sin embargo a la mentira como al sol no se les puede mirar de frente.

Al descubierto
-Por cierto ¿hoy es domingo?
Inquirí a quien invadía mi asiento, una chica desvaída que pareciera que nunca se hubiera peinado.
Una racha de viento ahogo la lámpara de mi cabeza. Ya no había razón en las oscuras oquedades.
-Por cierto ¿hoy es domingo?
La desgarbada ataviada con trapos de un ropero de caridad, seguía sin responder.
Rincones de casapuertas con desconchones que parecen caras de Belmez, así quedo mi mente tras los envites del temporal.
-Por cierto ¿hoy es domingo?
La zarrapastrosa se muerde la lengua. Tiene un perro por familia. 

Poema de amar
Los hombres que a mí me gustan no saben llorar ni se sustraen al abrazo genital. Hombres que abandonan el pene, que olvidaron la vaginalización de la mujer y moran en una sexualidad sin dobleces. Una sexualidad sin jerarquía en la relación con los cuerpos, en un nuevo desorden amatorio, lejos del coito como principio rector del caos. Hombres que reniegan del turista y recuperan al viajero, que esquivan lo permitido y acuden a lo prohibido, que danzan al compás del agua de la fuente que me recorre imparable para saciar la sed de piel. Hombres que me estimulan el goce de los goces  y me suscitan orgasmos sempiternos. Los hombres que a mí me gustan recitan el Ars Amandi1.

1Poema de Ovidio

Otro final
Y su relato, vocero de lo acontecido en el último capítulo, era escuchado celosamente por todas, desde el abuelo languidecido a la afanada ama de casa pasando por la chiquillería alborotada esperando que se abra Pandora, todas ellas, deseosas, se agolpaban prestas a recibir una dosis de oleos balsámicos para sus desdichas.

Europa
Deberías airearte un poco, estas llena de telarañas, polvo y caspa. Cuando me hablan de ti se me llenan los oídos de tierra seca y me llega un olor a bolitas de alcanfor. Eres puerta equivoca, a veces hermética a veces viciada. En el aire que respiras no permanece la credulidad. Deberías concebirte y abortar en un continuo vida-muerte-vida y deberías hacer girar el cuchillo para seguir el rumbo que te marque y deberías exigir con él igualdad, libertad y fraternidad. Lo  que no debes hacer es silenciarte.

Indecisión
Las flores blancas preñaban el espacio y el olor otoñal se reflejaba en las gotas de lluvia.
¡El cielo estaba rabioso!
Es tarde y Papito espera, como las velas al viento. No hay pamelas ni tocados, el protocolo no lo requiere, las figuras veladas en sombra lo anuncian bajo la luz amarilla prendida de la piedra ostionera. Dentro, bancos alineados. Fuera, cámaras polaroid. Por todos lados, nudos de corbatas y tacones de vértigo. Las manecillas marchan atropelladas. Hay cuerpos que se entrelazan, miradas con el rabillo del ojo, murmuraciones opacas y piropos.
¡Que guapas estamos todas!
Y yo sigo sin saber qué hacer ¿La espero dentro o salgo a buscarla? Salgo, y la grúa se ha llevado el coche nupcial.

La rueda de la vida
Ángela sentía una angustia continua que se fue tejiendo vuelta a vuelta, punto a punto con las agujas del dolor. Todos los ángulos de su existencia los ha inundado la sombra del silencio. Ya no está su amor, y con él se fueron el manitas, el contable, la pareja sexual y el calentador de cama. A Ángela, la muchacha antivestida, todo le asusta, tiene miedo de todo. Y el revés de la muerte, pese a la pulga interior que aguijonea a Ángela, rueda invariable. Forzada a talar el árbol sin hojas de la tristeza y cubrir la huella de la puñalada, Ángela, con la voz extinta en su garganta y una gota salada sobre la tarjeta,  acompañada de su cuñado, el que contrasta con el más débil,  por primera vez ha sacado dinero de un cajero.





viernes, 3 de octubre de 2014

divina locura

fresco en el museo de la Catedral de Astorga
Al momento los gestos de sorpresa, las caras de susto y, también, la disposición presta inundaron el espacio que acogía aquella primera sesión. Unas esperaban que por ser hoy, orto del curso, no pasáramos de una mera exposición de contenidos y presentaciones, y así llegaría el ocaso del tiempo sin tener que mostrarse por miedo a las caras desconocidas y el desnudo escénico. Otras, osadas o marineras curtidas en destaparse, felices de embarcarse en esta nueva travesía.

Al final, todo se dio como ocurre siempre en la vida, un paso tras otro. Unas, las más, tropezaron con una piedra, otras usaron la piedra del camino como asiento, otras moldearon la piedra y, de algo tan efímero como una sesión de inicio que da pié a otras, oímos, como relatos poéticos y novelescos, vidas travestidas.

Tras una de estas, escondida en una mente maravillosa, percibo a una de esas personas a las que la sociedad tilda de “loca”. Adorable ser, y me gustaría escribir como ella se narra y compartirlo con vosotras, “las personas sensatas”, las que habéis conocido la cordura en su plasma más cercano y lejano a la infinita incomprensión del SER y que, pese a ello, seguís ligadas a una sociedad pérdida en la razón.

Comienza a comunicar y nos habla de la locura como de una mente abierta a percibir una realidad diferente, más genuina. Vista con una mirada blanda para que el sentir del “aquí y ahora” no sea una pistola cargada que se vuelve contra ella, contra una misma. Una realidad que da expresión al ser en la forma, con un anhelo del corazón y el objetivo la psiquis.

“Con cordura y las últimas luces del día, no se le puede dar cuerda al reloj”-nos cuenta. “La brevedad de la vida no da para caminar, conquistar y desaparecer oculto tras los delirios de la sensatez en las últimas luces del día. Más bien, con la fidelidad que un hombre cuida su bigote, compañero tallado con el que reparte suerte en el efímero y sempiterno tic tac del segundero, cuidar de la locura con constancia y totalidad; y como el roce del reptil por la tierra, en el mundo de las formas cuerdas, ser capaz de zigzaguear, perderse y saborear el goce que es vivir sin disfraz, que al fin y al cabo, es legítimo”.

¿Inevitable destino? –yo me pregunto.