viernes, 26 de junio de 2015

Alientos en un mismo vaho

Las Médulas, León


“La vida es frágil pero el amor es para siempre”. Me decía ella con el corazón en sus pupilas. Esos últimos días, sobre mis brazos recamados, su cuerpo quiescente iba adquiriendo la crujiente naturaleza pálida con que se viste el cambio de estación. El alba había adelantado su hora y el ciclo de la vida irrumpía en mí como una incrustación de cólera. Yo quería retener el inabarcable sabor de sus labios y la delicada textura de su piel. No olvidar sus andares felinos ni su sonrisa esbozo carmín sobre su rostro papel de seda. Pero mis adentros se cimbreaban con una amalgama de perlas negras a través de mi melocotón herido. Y fue entonces que tuve la peregrina idea de grabar su voz para cuando emergiese la desolación en tardes de otoño. Acariciar mis oídos con la grabación de los miles de registros que ella era capaz de expresar ha salvado mi vida para desdicha mía. Para un naufrago en el gélido oscuro mar de la viudedad, el amor es para siempre pero la vida es frágil.