sábado, 26 de septiembre de 2015

Dos vidas que convergen

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20 años después se cruzaron. Y no se reconocieron por su aspecto, sino por el olor del deseo pendiente. Se encontraron en el tren, ella estaba mareada y quizás no fuese por el paso concatenado de postes a través de la ventanilla, sino el echo, aun por desvelar, de su recién embarazo.


Eran muy muy jóvenes, mucho más de lo que son ahora, cuando sus almas, jardines en flor en un autocine, tomaron rumbos diferentes marcados por crónicas de guerra en portadas de todo el mundo.


Ella, hija de hilandera, ahora camarera experimentada de las cafeterías sobre raíles de toda España, aunque hoy en un giro descontrolado, dentro del reducido espacio del vagón cafetería, metió la mano en el café que tenia preparado para una clienta. Era evidente que no seria uno de sus mejores días, pensó.

Él, el más pequeño de la pandilla y el más listo, ha llegado a ser ejecutivo con una meteórica proyección al que se disputan las grandes empresas del sector hostelero. Se dirigía a una recepción con la monarquía en un acto sin mayor importancia que el boato y protocolo propios de estas lides que a él, personalmente, no le interesaban.

Físicamente habían cambiado y mucho. Ella a pesar de no tener domicilio estable, en una constante vida entre estaciones, hoteles y relaciones con billete de solo ida, se había convertido en una mujer de bandera. Generosa para los ojos de hombres y mujeres. Aventurera romántica y con una sonrisa que desbarata. Él pasó de ser un zagal de pueblo, escuálido, aunque de nervio y rayo, a un gentil joven apuesto trajeado y de modales refinados curtidos en los mejores colegios del país. Con tranquilidad en los ojos, su máxima era Insistir, Persistir, Resistir y nunca Desistir.

El -un café, por favor!
Ella -azúcar o sacarina?
El -azúcar, gracias! Nos conocemos? Le pregunto él
Ella -no sé señor, quizás nos cruzamos en otro tren. Respondió ella.
El -ya me acuerdo de ti, tú te llamas Laura y eres de Puerto Llano.
Ella -Sí, pero?
El -soy Diego, el hijo de Concha, fuimos más que vecinos. No me recuerdas?
A ella le dio una arcada, su corazón le salto y sus modales se disculparon.
-Dieguito cielo, las nauseas, debe de haberme sentado mal el desayuno. Estas estupendo, quiero decir, muy estupendo. Te he buscado todos estos años, por eso me enrolé en renfe y he comido pan de muchos hornos. Necesito decirte algo.
El -Ah? Pues hoy voy a Madrid y salvo un compromiso, eludible, del que voy a excusarme, tengo el resto de mi vida para escucharte. Te confieso que me dedique a la hostelería con la idea de viajar por todo el mundo y con la única intención de encontrarte. Yo también te estoy buscando.
Ella -no me lo puedo creer, dime porqué?
El -no, por favor! Dime tú eso que necesitas decirme.
Ella- te amo Diego y quería que tú hubieras sido el primero.
El -Laura, aquel día me manche el pantalón y por eso salí corriendo. Luego los aviones, las bombas... Y ahora estas aquí, y me he vuelto a manchar, pero no voy a salir corriendo.
Ella -pero yo sí, necesito ir al baño, voy a vomitar.


domingo, 20 de septiembre de 2015

Emak Bakia! Por lo visto en Alcances


pixabay.com
Lo que se crea en la suma es locura. Divina y bendita locura de almas que se reconocen en la unidad  sin promesas ni esperas, en gratitud y respondiendo a preguntas como si: ¿realmente mueren los payasos? ¿Responden las princesas a las cartas? ¿Es la imagen de la muerte un caballo blanco? O ¿Dónde van las palabras viejas cuando desaparecen?

Aunque requieren respuestas importadas de otra realidad paralela, son las preguntas en si mismas la declaración de intenciones. En la vida es mejor, a veces, el silencio roto del rayo que cruza la frontera entre el Norte y el Sur solo perceptible por oídos sensibles al ritmo del compás en sinfonía con el pulsar de la Tierra Madre y que es hermana, también. Por eso Emak Bakia! Expresión vasca que significa: Déjame en Paz! Nos viene como anillo al dedo para surfear sobre olas empujadas por un viento al azar que nos lleven a las siguientes respuestas.

1._Los payasos permanecen engarzados al poste central de la carpa mucho después de que desaparezca en el horizonte la visión de la parte trasera de la última caravana del circo en camino… 2._No se conoce carta alguna enviada por príncipes que además nunca supieron redactarlas, mucho menos encontrar el buzón para depositarlas entre dragones, torres y mazmorras… 3._La muerte, como la vida, viste y luce un luck a su antojo. Son muchas las voces que hablan de que caballo y el color no importan sino los ojos del que la espera… y por último, 4._Todas las desusadas palabras acaban en el cajón olvidado y polvoriento del desván del castillo de las lenguas muertas para aquellas que anhelen recuperarlas cuan príncipe de cuentos de hadas.

De vez en cuando la vida, aun sin parecerlo, nos pasea en sus brazos, hilvanado tiempo y espacios, relaciones y sentimientos. De vez en cuando la vida nos regala un café con palabras e imágenes de silencios fugaces como el rayo. De vez en cuando la vida nos besa los labios y lo vivimos porque así lo deseamos. Una decisión del interior libre, absolutamente entregado a la experiencia del amor sin apegos, de personas en tránsito, refugiadas en un zaguán de activismos de calle portando en la mano un ramillete de flores de las que crecen al borde de las cunetas o en tumbas desocupadas de payasos que aún viven.

Puesta la Mirada fija en un horizonte del revés para romper ese silencio y el miedo con que viven los sobrevivientes de tiempos pasados que vivieron para ver una princesa ganar el campeonato mundial de pimpón y bailar con ella en una casa cerca de Biarrit.

Un Silencio que es un recorrido visual y con el que a pesar de la discapacidad auditiva podemos perseguir un sueño universal: conseguir ser actrices famosas, siguiendo la pista con un guante arrastrado por el viento y que llega hasta vincularse con una servilleta manchada de salsa de atún con fideos que accedió a la calle pegada a la suela del zapato de la camarera que salió a fumar en la fiesta de otro.

Me tapo los oídos y miro la mar que ahora es cielo.


Gracias Pilar!