martes, 29 de marzo de 2016

plátano y miel

Quiero, con la primavera en su explosión de vida, tener la osadía de colgar este texto elaborado al albor de las clases de creación literaria con el fondo de la literatura erótica.

Es un texto que quise que no se desarrollase en la pauta hetero y me lanzo a romper una lanza por diversas, diferentes y universales maneras y formas de relacionarse con otras, con una misma. Que la sexualidad no sea dictada por el género ni la edad, ni religiones, ni fronteras.

¡Disfrutad, disfrutemos de las mil y una posibilidades de gozar y dar placer!!

Plátano y miel

Una figura femenina, una voz susurrante y la belleza de unos redondos y elevados senos me dejaron prendado hasta el punto de buscar un hombre semejante con el que pasar la noche, a la espera de la seducción del lenguaje de nuestros cuerpos.

-Antes del dormitorio, ansiedad encarnada de piel y saliva, desnúdate para mí, quítate los afeites y que sean tus testículos los que llenen mis manos y déjame abrazar tu cuerpo, irrevocable ideal de frescura.

Quiero hablarte del vello erizado, del goce de amarnos ahogados bajo las sabanas hasta desarmarte y en mi cama sabrás que una no muere sola. Yo te atusaré los cabellos mientras lames despacio, mientras, en un aspirado y dulce mordisco, me acaricias con tus dientes y labios. Que yo quiero saciar tu sed. Quiero comerte desde la boca al vientre en el centro del parque para que nos llamen indecentes. Quiero, a la vez, leerte que se comen los amantes, se devoran con sus lenguas voladas en saliva. Sus vientres se confunden y hasta aquí llega el ácido sudor en su batalla del cabalgar más húmedo.

Hoy es día de visillos y mi cuerpo exaltado aguarda. He quedado con Andrés y hemos cenado. Una hora después, ya acostados ambos en el torneado lecho, me desvistió como si pelará la fruta del postre. Sabía hacerme disfrutar a oscuras, sabía encontrar donde estaban mis puntos y turgencias en medio de laberintos y orificios. Los dedos hurgando entre los vellos, las lenguas avezadas en su sitio. Su falo cremoso se me ofreció desnudo, caliente, rojo incendiado, dispuesto a penetrar en mis insondables dominios y hacer saltar los cerrojos que encarcelan mi lujuria. Siento latir mi piel al contacto con la goma que me invade reclamándome en la humedad de mi espalda hasta hacerme jadear, enervado de gozo. Siento como me voy, como se me apaga la luz y gimo -sin prisas, leve, leve, mulato leve- me pide con su mano que calle, que vuelva la cara y le mire y calle, que con la mirada se lo diga todo.

Laxos y relajados, después del clímax, las manos siguen buscando las partes cálidas, húmedas, acalambradas. Y Andrés se despide y como a veces, después de oír cerrarse la puerta tras de él, resuena, aún, en mis oídos, nuestros cuerpos cuando se aman.



lunes, 7 de marzo de 2016

en la piel de la esperanza


Me arrastraba la corriente de un pasado ancestral. La vida se me abría paso a paso, la muerte también, ambas se daban cita en cada presente. Y ocurrirá, durante la tierra velada en sombras, cuando mi cabeza se cubra de los grises archivos del pasado, que la dama vendrá a cegar todo lo que ya no sea vida. Estaré rodeada de un manto de hojas de un color amarillo tardío resistiéndose a adoptar la crujiente naturaleza marrón con que se viste el cambio de estación.   -No faltaré a las exequias-.

Acaece, no obstante que, hoy se ha abierto una brecha en mi conciencia -en estos días me desmorono en lágrimas- Tan fácil como salir de mi zona de confort, de la torre de mi castillo de naipes para pasear por la orilla de lo incierto, me llevó a descubrir un universo de viciados secretos en el lienzo de una realidad que, como humillación ante la muerte, me sostenía en la domesticación recibida durante generaciones, desde la noche de los tiempos.

Ya han pasado varios meses, y ahora, con un punto de cólera por la evidencia de que la vida es impermanente, esta se me revela, como el mar que ha ondulado las conchas de las caracolas, con vaivenes de ola prístina, fundida en gotas que encajan entre sí con la misma precisión que las aguas en el cauce, las nubes entre las montañas o los rayos del sol a través de las ventanas. El ciclo de la vida emergiendo desde el sudario perfumado hasta un retoño depositado en mi vientre.

Ahora que todo es presente en este estado de buena esperanza, desestabilizador para la redención del caos que reinaba en mi vida, es como agua de mayo para saciar la mirada al pasado de una adicta al amor que no tenía razones para la esperanza. De esta suerte es como se me desvelan todos los caminos, todas las oportunidades, la auténtica posibilidad de un propósito vital, el perdón y la sanación de espíritu y mente a través de la senda del amor, borrador de la partitura, para restablecer mi vida con otra vida.