domingo, 8 de enero de 2017

la memoria releída


En la memoria esta escrita nuestra historia y podemos adentrarnos en ella para ponerla por escrito. Ya publiqué un post titulado “lugares, que estaban y quizás ya no estén” es fruto de este trabajo de plasmar la sustancia, contenida en el disco duro, para no olvidar.
En esta ocasión son tres, cuatro pinceladas de momentos retenidos. Tres o cuatro fotografías recuperadas de entre las hojas amarillentas de mi álbum. Memoria releída" compuesta por cuatro trozos extraídos de la mina que contienen información, fiable o no, veraz o inventada, empero mía, muy mía. Voces de mi blog de notas.

Yo me acuerdo

Yo me acuerdo del juego entre gorriones en mi terraza. Me acuerdo de que no conocía a la mayoría de las personas invitadas a mi primera boda, imagino que como le ocurriría a Lolita la hija de Lola Flores, y me acuerdo de su gloriosa e inmortal frase: “Si me queréis iros”. Me acuerdo de que mi abuela me llevaba todos los sábados al mercado y me compraba un regalo. Me acuerdo de vestirme de pirata y volver desnuda. Me acuerdo de la película de Frankenstein en blanco y negro y de las tres franjas de papel que le ponía mi padre al televisor para verlo en color. Me acuerdo del “vamos a la cama” y la carta de ajuste. Me acuerdo de Sor Ángela y de su regla de madera de cincuenta centímetros. Me acuerdo del Batallón Infantil desfilando detrás de las Mallorets y del entrañable Carlo sel Legionario. Me acuerdo del Teatro Pemán y del Cortijo de los Rosales y de colarnos por la reja del parque para escuchar a Paco Gandía. Me acuerdo de las tiras de triquitraques y el olor a pólvora. Me acuerdo del tren Cádiz-Madrid que tardaba doce horas y se llamaba el Rápido. También me acuerdo de los compartimentos de sus vagones y que se podía bajar la ventanilla para decir adiós sacando la mano. Me acuerdo de Marchena Picuito, coetáneo de Carlos el Legionario. Yo me acuerdo del lavadero, de los lebrillos y de las tinajas con agua fresquita. Y me acuerdo de voz de Gloria Fuerte y su poesía sobre la paz: “si todos los políticos se hicieran pacifistas, vendría la paz”.

Olores, que nos trasportan la memoria

Mis enemigos no son los vientos ni las mareas. No son el inicio de un ensueño pelele, sino arrojarme a un paraíso de serpientes con siete cabezas. Es calcar el transcurrir de mi espiga sobre un cuero macerado por los olores del ayer: la acetona, la piel o la perica. Desabotonarme. Una necesidad de retirar el capuchón y volar hacia la presa que ceba mi reserva que permanece encadenada a estos olores. Una búsqueda para callar a la huidiza belleza de la rosa y encontrarme con el monarca de la frescura, al que el ruiseñor enamora con su copla y al que todas elevamos sueños.

Oronda retentiva

La memoria chisporrotea en una espinosa porfía de límites. Rechina un lamento de emanaciones. Un espantajo de olores, un aroma quimérico, una leyenda de esencias. Miasmas exasperadas, duras como botas que pisotean la efigie de los anhelos y las entrañas tiernas.

Paladares

La memoria contiene los sentimientos y mis apagadas vigas destilan al no recordar los sabores de lo remoto aun brillando alegres en el presente. Puedo sentir la rabia al recordar el daño sufrido entre la enredada madeja de la madrugada y el complicado laberinto del tiempo aun estando ahora a salvo. Las ramas de los árboles tocan los sollozantes cristales del paladar haciéndome gemir en el campo de los sabores perdidos. Un vértigo ante las posibilidades en la encrucijada de un almacén de piezas cósmicas, gusto y desazón. Pero es ahora, en el ahora, que los violines ya no agonizan por el vibrato de placer con sabor a papel de arroz haciendo saltar los cerrojos que encarcelaban mi resonancia de un aliño surgiendo en forma de suspiros, romos, metálicos, y no, no no, fríos no. Páramo para la música de esencias azules. Carmesí destilado en el fondo de la copa. Cabalgata de recuerdos llenos de personajes, extraordinarios de tan normales, normales de tan extraordinarios, por entre las calles de la Viña y los callejones del laurel. Hoy el sinuoso teatro de mi paladar se desarrolla en la orilla de una barroca rebeldía. Hoy soy la muñeca enamorada de la bailarina del sabor.



no importa si el tiempo dice la verdad o no, o es invención de mi deseo, pero no voy a olvidar mi historia. Continuará...


agradecimiento a la "escuelita de las palabras" y las personas que la suman!!!