viernes, 17 de marzo de 2017

código amable para la salud


AtmanSyC
Tallar cada palabra antes de soltarla es hablar desnudamente. Expresarse con coherencia. Ser asertiva. Son expresiones que usamos para referirnos a cuando no queremos hacernos daño, a nosotras mismas o a la otra persona, con el lenguaje hablado.

Forma parte del “código amable”1 que el dialogo médico-paciente se desarrolle en estos términos. De todas es sabido y lo fórmula el saber popular con la expresión “la palabra del médico cura”. Lo saben las personas pacientes, sus familiares, el colectivo de profesionales y quienes rigen los servios de salud. El poder que tienen las palabras del gremio sanitario sobre las personas que tienen comprometida su salud y buscan su ayuda, esta constatado. No obstante, una vez sentados ambos interlocutores ante el tablero donde se desarrolla la relación (la consulta, la puerta del quirófano, la sala de urgencias, etc.) se obvia esta premisa de utilizar un lenguaje amable, asertivo e inteligible. De una parte, el miedo, el desconocimiento de la jerga, el impacto por un diagnóstico, el dolor, la perdida, etc, etc. De la otra, la altivez, la deshumanización de la profesión, la falta de tiempo o la falta de formación. Sí, las habilidades de comunicación y la gestión de emociones es una asignatura pendiente en la carrera de medicina.

Importa y mucho cómo se dicen las cosas. Importa que sea de manera profesional y sobre todo sin perder la humanidad. En la opinión de Santiago Alfonso, vicepresidente del Foro Español de Pacientes (FEP) echa en falta la humanización de la relación entre paciente y profesional. “La evidencia científica ha relegado a un segundo plano esa empatía necesaria con el afectado”. En un estudio de Conartritis sobre la calidad percibida por los pacientes respecto a su médico la puntúan muy por debajo de lo deseado. Sin ir más lejos, puntuaba con un 3,39 la atención emocional recibida por su profesional. En mi opinión, esto es debido principalmente a esa carencia que apunto sobre habilidades de comunicación. “Este aspecto es lo que más tiene que ver con la humanización”, lamenta Rodrígo Gutiérrez, presidente de la Sociedad Española de Atención al Usuario de la Sanidad (Seaus). "Cuando uno está enfermo no sólo busca atención clínica, sino también que le transmitan seguridad y confianza. De ahí el modelo afectivo-efectivo en el que estamos trabajando desde la Seaus”, explica.

Empero, no todo lo tienen que poner el colectivo profesional, nosotras, las personas pacientes, tenemos que empoderarnos y avanzar hacia el “paciente activo”. Según palabras del Gerente del Servicio Gallego de Salud, Antonio Fernández-Campa, “el paciente tiene que tomar sus decisiones, intervenir y ser responsable. A mi modo de ver, muchas veces, esto choca con un muro y Fernandez-Campa lo expresa así: “A veces, hay una contradicción que es que el momento que puede ser de mayor éxito de un profesional puede ser de mayor trauma para la vida de ese ciudadano, que se ve en un ambiente hostil y en una situación de enfermedad que genera una preocupación. Tenemos que ser capaces de lidiar con estas dos contradicciones. Hablamos del paciente como centro del sistema y el problema es que lo tenemos en el centro, pero lo rodeamos y no dejamos que se mueva”.

Ergo, la insondable efectividad del uso del lenguaje y la buena praxis en una comunicación sin cables entre médico y paciente está por llegar. A pesar de que tengamos una medicina del siglo XXI.

Para concluir con una idea básica pero fundamental, el doctor Marcos Gomez Sancho afirma en su libro ‘Cómo dar malas noticias en medicina’: “tan malo es callarse y mentir como dar toda la información brusca y sin hacerlo desde el punto de vista médico adecuadamente”.

Y me expreso yo “Qué no daría yo por un puñado de palabras bien esculpidas cuando voy al médico”.

quiero acabar con una invitación valida para quién quiera acogerla:
A partir de hoy trata a todos como si fuera su último día. Dales  atención, amabilidad y entendimiento, tu vida nunca será la misma
Og Mandino
Escritor estadounidense, 1923-1996


Referencias:




1Es un proyecto que se está desarrollando y que se está implantando en el Sistema de Salud de Galicia. El ‘Código amable’ está trabajando en la humanización de la asistencia, marcar un tipo de parámetros para visualizar el criterio, saber qué piensan los ciudadanos de cómo la comunicación con ellos, cuál es el estado de las infraestructuras, cuál es la valoración que hacen de las listas de espera, valorar qué es lo que opina el ciudadano de la organización y la manera en como presta los servicios, pero también encontrar áreas de mejora para prestar una mejor asistencia.




domingo, 5 de marzo de 2017

pene o vulva



Una fiesta el día de la movilización
Daniel Sabater
Maldito escalón. La gigantesca diferencia entre las personas. Desatinada parodia en la dura roca de la existencia femenina. Una grada privada de todo sentido a cuyos brazos recamados acude la masculinidad privada de razón. Una versión malsana del abultado ego fantasmagórico de sociedades machistas que se encaraman a un peldaño manchado de toda perversión en las formas más ridículas de la impostura. Subirse a su pedestal es como bajarse al vientre de su metamorfosis. Un escalón que se cuenta desde la amargura absoluta en un ciclo infinito y absurdo de ignorancia de la otra. Una historia lineal despejada de toda realidad relacional entre personas, regada de miedos por lo diferente. Un estribo a la sombra de la envidia enterrado en el pensamiento colectivo con el silencio como cómplice. Hoy más que nunca, en la ejemplaridad publica, lo necesario es posible en una secuencia de cuestiones subconscientes que proponernos a nosotras mismas. Una responsabilidad de hacernos conscientes de un propósito vital: naufragar en el océano de la comprensión de que todas somos iguales. Han pasado miles de años desde que estamos juntas y la vida nos necesita a todas en la forma singular y exacta, hábiles y fecundas. Es hora de arriesgar y tensar el arco de las relaciones humanas, de espiar los pecados del hombre hacia la mujer: la inconciencia, la impostura, el miedo y la violencia. Tiempo de demoler el maldito escalón corporal, emocional, espiritual, social y mental descabalgando a los cuatro jinetes que han mantenido durante generaciones la República Aristocrática del Privilegio Masculino: la educación, el sexo, la cultura y la religión.