viernes, 27 de abril de 2018

poesía de estar por casa 1


poesía son ellas,
dos criaturas bellas en todos los aspectos
La poesía comienza a ser un peón a mover en mi tablero de las palabras. He dado el paso hacía una senda donde las palabras trascienden la realidad para convertirla en real. Espero que quienes puedan llegar a leerlas encuentren en ellas un reflejo para sus emociones, un pellizco en las asaduras que les haga llevarse las manos al vientre. Espero que nadie se electrocute, pero sí que se acalambre.
Agradecer a Miguel Angel García Argües y Claudia Capel, porque en sus talleres sea ha gestado mi deseo por la poética y me inspiran. Y, por supuesto, a tantas compañeras a las que he conocido y escuchado sus lecturas que alimentan estas pinceladas de lo real.


En la Orilla de la Perdida 
Me duermo desnuda,
después de que la mar haya muerto
y mis sueños con ella son su cadáver.
Quisiera quitarle la piel
y proyectar su aroma sobre mis sabanas,
en la resaca nuestra historia.
La mar ha muerto, los surcos de la arena son su cadáver.


haiku
Sobre el rocio, 
que viste la pradera,
me tumbé vacía.
tanka
Funda de vaho
que vela el espejo
oculta celos.
Tracé con el dedo y
lo borré con la mano.
 



impertenencia

En el espejo público,

sopa de proto-almas,

almacén de piezas cósmicas,
                                                           me vi.
                                           Me vi,

enredada en madeja de la mañana

y el complicado laberinto del tiempo.

En un espejo,

que no fantasea ni miente,

que no tiene remordimientos.

Me vi

vaciada en las demás,

distanciada de mí.





Si quieres

Si quieres saber de la luna, escucha la voz de los árboles.

Si quieres hacer reír y saltar y soltar una lagrimita a la luna, cuéntale un cuento

de niñas rebeldes.

Pero si lo que quieres es romper el reflejo de la luna,

busca un lago lleno de errores.



Si quieres oír a la luna, acerca tu oído a una antorcha.

Si quieres ver la luna, mira a los ojos del lobo.

                     Pero si lo que quieres es sentirla,

roza el aleteo de una mariposa.



Si quieres bailar con la luna, vístete de petirrojo.

Si quieres que la luna se quede, háblale con las palabras que lamen las heridas.

Pero si lo que quieres es alcanzarla,

mírala

       hasta que tus manos

suspiren por tus ojos.


Dejarse ir

Cementerio de Alcalá de Henares, Madrid
Puedo sentir la rabia por el daño que estamos sufriendo a manos de seres de moralidad grosera y repugnante. El paisaje dominante, en esta época del año, es un paisaje humano, cegador, teñido de pintoresquismo en los colores chillones de sus bañadores.



La memoria de una playa virgen, del mismo mar que ondula las conchas de las caracolas y que moja la arena de sus orillas, provoca la deriva hasta mis sentidos del sahumerio fresco de los cristales pulidos, en el ancho del tiempo, por el incesante vaivén de las olas y el viento, fundiéndose con el sustrato de mi esencia y propia naturaleza corpórea, vulnerable y caduca de ermitaño. 



Tan fácil como salir de mi abrigo personal, para pasear por la orilla, se me hace quimérico por lo impracticable que supone encontrarme entre tanta caricatura de estética sospechosa y con un cubo en la mano, donde me introducen y luego, os lo cuento desde la hilaridad más absoluta, te dejan en agua recalentada durante horas, hasta más tarde, verterte en un pozo negro.



Se da entonces, al llegar a la frontera de la vida, la oportunidad de comprender que, a veces, es el momento de morir, de dejar la concha sin luchar; que es importante mimar cada paso con todo el calor y la consciencia de que se es capaz, para no perderse en una locura, en un suicidio suave y gozar de lo que será, una gran experiencia de vivir en el tembloroso tránsito de la vida.